Escalas de Localidad

En el marco geopolítico contemporáneo, con el desarrollo de condiciones técnicas y económicas y que han acompañado el proceso de globalización, el término “localidad” ha ido adquiriendo un nivel de poder bastante significativo y sugerente. A medida que la globalización ha “impuesto una concepción estandarizada y monolítica del mercado, que intenta establecerse como una hegemonía computacional” (Stiegler e Internation Collective 32), la localidad ha surgido en varios campos como un contrapunto necesario a ella, afirmándose como una especie de origen constitutivo, sostenible y armonioso que precediese a la explotación tecnológica de la naturaleza y que evitara los riesgos inherentes a este modelo de desarrollo. En esta ola, pues, ha surgido por todas partes una profusión de localismos diversos que han adquirido con frecuencia connotaciones que parecen no sólo reaccionarias, sino regresivas y fascistas, en particular cuando van unidas al crecimiento de los ultralibertarismos (basta pensar, por ejemplo, en los discursos sobre migración, fronteras y todos los movimientos de “nosotros primero” que se están extendiendo por el mundo). 

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Esto va de la mano del sentimiento más o menos consciente pero generalizado de estar amenazado por la articulación de un progreso tecnológico globalizado y la presencia de varias formas de alteridad: sentimientos de miedo, rechazo, angustia, odio, rabia e inseguridad son, pues, las principales respuestas que se producen cuando la pérdida de la “identidad pura” se percibe como un peligro inminente. 

Así, si por un lado la localidad puede pensarse como la expresión “original” de un lugar, que debe ser protegida para contrarrestar las amenazas de la globalidad, este mismo concepto debería también producir diferentes tipos de valor: la cuestión es, por tanto, qué tipo de valor podría ser y qué significados podría circular tal expresión. 

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La localidad más allá de su dimensión espacial - Sara Baranzoni